La próxima vez que te encuentres de mal humor o en un momento de auto-crítica, tómate un momento para detenerte y pregúntate a ti mismo, “¿Cuál es mi actitud hacia mí mismo ahora? ¿Me estoy juzgando? ¿Me estoy tratando con conciencia, afecto, y respeto?”
Normalmente, descubrirás que cuando te sientes ansioso, solo, o deprimido, también te estás criticando a ti mismo de alguna manera, y es esta corriente subconsciente, de sentirte deficiente o no merecedor, lo que te mantiene separado de tu propia vitalidad, así como de tu sentimiento de conexión con los demás.
El camino de sanación hacia el centro de tu ser, empieza con lo que yo llamo “un gesto de amabilidad.” Por ejemplo puedes poner tu mano en tu corazón—con calma y auto-compasión—y decirte: “Está bien, estoy aquí para apoyarte,” “cuido de este sufrimiento,” “lo siento y te amo”. A menudo, al reconocer que lo que nos sucede es parte de la vida y todo es pasajero podemos decir: “Esto, también.”
A veces, este gesto de amabilidad incluye decir “sí” a lo que sea que esté ocurriendo—el “sí” significa “Esto es lo que está ocurriendo, es como la vida es ahora mismo…está bien.” Aceptando el momento presente, nos detenemos tomando conciencia, para así poder actuar en vez de reaccionar.
Si realmente estás criticándote, también puedes decir: “Perdonado, perdonado.” No porque haya algo malo que perdonar, sino porque hay una auto-crítica de la cual hay que desprenderse.
Mientras te ofreces a ti mismo este gesto de amabilidad, toma algunos momentos para estar contigo mismo, para mantener tu propia compañía. Permite que surja a la superficie lo que requiera más atención, y siente que tú eres la presencia amorosa capaz de incluir y abrazar lo que está surgiendo.
Luego, mira si puedes ampliar tu atención, y date cuenta qué o quién más está presente en el espacio de tu corazón. Quizá ofrecerás intencionadamente un gesto de amabilidad a un amigo que lo está pasando mal, a un miembro de tu familia con una enfermedad, o a un adolescente sin confianza en si mismo. Es tan simple como decir en voz alta o mentalmente: “Espero que estés bien, que seas feliz, que la vida te llene de amor.”
A medida que continúes con la práctica de ofrecerte a ti mismo y a los demás este gesto de amabilidad, descubrirás que responder a la vida de esta manera se vuelve cada vez más espontánea y natural. De aquí un tiempo, la reconocerás como la expresión más auténtica de quien tú realmente eres.
© Tara Brach
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